Palabras

Palabras que dan más de lo que ofrecen

Andrés Anguita
29/11/2022

Podría decirse que las palabras son esos ladrillos invisibles que edifican no solo nuestro discurso sino nuestra visión del mundo. Lo ilustra muy bien, aunque sea mentira, el mito de que los esquimales tienen nosecuántas palabras para decir "blanco": cada realidad construye las palabras necesarias para explicarla. De este modo, cada realidad, cada cultura, se define y retroalimenta con su propio idioma. Idioms se llaman las frases hechas en inglés, valga la etimología improvisada.

En este espacio digital que compartimos, donde la comunicación es global, no solo tenemos acceso a otros idiomas y conceptos, además se generan (o se redefinen) otros nuevos asociados con el propio medio. Nuestro vocabulario está lleno de neologismos políglotas y, entre unas cosas y otras, no estamos muy lejos del cityspeak de "Blade Runner", esa mezcla de palabras de todos los idiomas que se hablaba en ese futuro hipotético.

Voy a contribuir a este batiburrillo léxico destacando algunos términos que me resultan evocadores por su sonido o su significado. Si las palabras son ladrillos, hay algunos que tienen una particular consistencia y destacan en la mampostería del idioma. Palabras que, de alguna forma y si es posible esto, dan más de lo que ofrecen.

Omamori. Es un amuleto japonés de buena suerte, el típico colgante en forma de saquito que seguro has visto multitud de veces. Básicamente un escapulario, pero suena muchísimo mejor, la verdad. Mi ignorancia audiovisual nipona (básicamente conozco Akira y Shin Chan) me impide saber si está presente en Naruto, Dragon Ball, película de Miyazaki o animes más recientes, pero seguro que sí.

Kayfabe. La suspensión de incredulidad que se asume en el mundo del wrestling, de la lucha espectáculo. Es ese engaño tácito asumido por el espectador de ilusionismo, por ejemplo, donde se aceptan los poderes del mago dentro de una convención narrativa diseñada para nuestro disfrute.

Soramimi. Se da cuando oimos canciones en otro idioma y las trasladamos fonéticamente al nuestro: es esa alucinación auditiva que nos hace dudar de si "esos son Reebok o son Nike". Los japoneses tienen para ello esta palabra tan musical. Si este fenómeno se da en el mismo idioma, el término en español es "pomporruta"... que no suena tan bien, la verdad.

Pareidolia. Ver caras y figuras donde no las hay. Internet está llena de esto. Es un trampantojo natural, centrado en caras y figuras antropomorfas, que probablemente es la explicación de sirenas, chupacabras, hadas y bigfoots de todo pelaje. Una pomporruta visual.

Facundia. La destaco porque me gusta cómo suena en contraste con verborrea. Si bien esta última alude a quien habla mucho sin llegar a decir nada (y además suena fatal), alguien facundo suena a que es capaz de insuflar, de fecundar precisamente, vida a sus palabras.

Delicuescente. Tan sutil, tan leve, que se disuelve en el propio aire. Como "efímero", pero más pedante. Es un término químico, pero creo que con una fuerza lírica extraordinaria: dicho en voz alta, pareciera que cada sílaba se dibujase como una voluta de humo o de aliento helado.

Petricor. Así se denomina al olor a tierra mojada, al césped reciente. Es un pequeño clásico dentro de estas "palabras bonitas", pero la incluyo por si no te sonaba y porque tienen mucha magia tanto su fonética como su significado. No me digas que petricor lluviosa no suena a hechizo de Harry Potter.

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